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lunes, 14 de abril de 2008

I

S(u

na
ho
ja

ca

e)
o
l

edad


IV
me gusta mi cuerpo cuando está con tu
cuerpo. Es así una cosa tan totalmente nueva.
Mejores músculos y nervios más,
me gusta tu cuerpo, me gusta lo que hace,

me gustan sus cómos, me gusta sentir la
columna
de tu cuerpo y sus huesos y la temblorosa
firme-suave idad y lo que he de
una y otra y otra vez

besar, me gusta besar esto y aquello de ti,
me gusta, acariciando lentamente la, pelusa
sacudida
de tu piel eléctrica, y lo-que-sea aparece
sobre la carne que se abre… Y los ojos
grandes migajas de amor,

y posiblemente me gusta la emoción
de bajo mí tú tan totalmente nueva


VI
puedo tocar dijo él
(voy a gritar dijo ella
sólo una vez dijo él)
es lindo dijo ella

(puedo palpar dijo él
cuánto dijo ella
un montón dijo él)
por qué no dijo ella

(vámonos dijo él
no demasiado lejos dijo ella
qué es demasiado lejos dijo él
donde estás dijo ella)

puedo quedarme dijo él
(en qué sentido dijo ella
así dijo él
si besas dijo ella

puedo moverme dijo él
es esto amor dijo ella)


XIV

ahora es un barco

cuyo capitán soy
sale navegando del dormir

maniobrando en busca del sueño


XXV

uno no es la mitad de dos. Es dos que son mitades de uno:
reintegrando esas mitades, no resultará
la muerte o alguna cantidad; sino algo verdadero
y mayor que las máximas cifras enumerables

atiende, omitiendo la milagrosa estela,
esta simple verdad: cuidado con los sin corazón
(dado un escalpelo, diseccionan un beso:
o, vendida la razón, insueñan un sueño)

una es la canción que ángeles y demonios cantan:
todas las mentiras asesinas dichas por mortales suman dos.
Que se marchiten los mentirosos, devolviendo a la vida lo prestado;
nosotros (por un don llamado muriendo nacer) debemos crecer

profundos en la mínima oscuridad, recordándonos
que el amor sólo conduce su año.

Perder todo, encontrarlo entero


XXXI
el poema su vientre me atravesó marchando
como un ejército. De la nariz hasta los pies

ella olía a silencio. El inspirado enganche

de su pierna gozosa juntó en un solo haz
mis aisladas lascivias
tenía el pelo como un gas
dañoso para oler. Y el abultado…

latir del corazón
con fiera dejadez quería repetir
aquella sincopada jugarreta Europea

-, Sentí una vez que me tocaba una montaña
llegándose hasta mí (tal vez nos separaban
nueve millas). Y
era la primavera

que atizaba el sol, dulcemente en el aire
lacerado
la multitud de yemas importaba, un valle me
asperjó
los ojos con su río cosquillante,
el muerto
mundo vibraba como cuerda herida.


XLII

Señora del Silencio
de la dulce jaula de
tu cuerpo
se alzó
en la sensitiva
noche
un
pájaro veloz

(tierna sobre
el prodigioso rostro de lo oscuro
tu
voz
extiende alas colmadas de
perfume
escoltando de pronto
con soleados
pies

la punzante belleza de la aurora)


XLIX
llevo tu corazón en mí (lo llevo
en el mío) no lo dejo (dondequiera
que voy tú vas, querida; y lo que hago
lo haces tú, queridísima)
no temo

al hado (dulce hado mío) no
quiero el mundo (tú lo eres, fiel belleza)
tú eres lo que una luna siempre ha sido
y lo que un sol entonará por siempre
he aquí el mayor secreto e ignorado
(aquí raíz de raíz brote del brote
sombra del árbol que se llama vida;
más alto que esperanza y pensamiento)
y tal prodigio rige las estrellas

tu corazón en mí (va con el mío)

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e.e.cummings (EE.UU., 14-10-1894 / 03-09-1962)

Poemas extraídos de:Los grandes poetas: e.e.cummings, XLIX Poemas, Ed. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1988.
Selección y prólogo: Jorge Santiago Perednik


Ref. artículo sobre el problema de la traducción de sus poemas: Revista La Máquina del tiempo

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